16 de mayo de 1963: Llega un Bolívar diferente para una ciudad prodigio
Artículo y fotografía publicados por el diario La Tarde de Pereira.
El próximo 16 de mayo se conmemorarán 50 años de la llegada a Pereira del Bolívar Desnudo, de Rodrigo Arenas Betancourt. La escultura llegó a la ciudad en el ferrocarril, desde el puerto de Buenaventura, después de un viaje en barco desde México. Una vez en la estación del tren, en el Parque Olaya Herrera, las dos partes en que venía dividida se trasladaron a la Plaza de Bolívar por la calle 19.
En esta misma fecha, en el 2013, para evocar este acontecimiento histórico, que marcó el comienzo de la celebración del Centenario de Pereira, se realizará también en la antigua Estación del Ferrocarril, en el Parque Olaya Herrera, el primero de los tres grandes eventos de la celebración de los 150 años de Pereira.
Para evocar el suceso de la llegada del Bolívar Desnudo a Pereira, reproducimos apartes del libro “Historia de Pereira”, de Hugo Ángel Jaramillo:
“Cuando se habló por primera vez de que el Bolívar de Pereira se iba a representar desnudo en la estatua que trabajaba laboriosamente en México el destacado escultor colombiano Rodrigo Arenas Betancourt, una hemorragia de papel escrito se desató en contra del artista. Pocas personas sensatas defendieron la portentosa obra que desde el momento de su erección en 1963, está constituida como el principal símbolo de nuestra ciudad.
La polémica candente llegó a provocar hasta injurias contra el escultor y quienes habían prohijado esta irreverencia contra nuestro gran Libertador y connotado americano. Con el correr de los días y la admiración de las gentes propias y extrañas, se fueron apaciguando los enconados ánimos y Pereira, como siempre noticia en Colombia, mostró todo el orgullo la obra del artista colombiano y lo dignificó erigiendo su primera y monumental estatua en la Plaza de Bolívar.
Casi todos los pueblos del país, después de tener iglesia levantaban en plaza principal estatuas del Libertador, aunque la mayoría de ellas talladas en cemento o materiales similares innobles, en nada se parecían al gran Demiurgo de América.
Un Bolívar distinto
En los momentos de vacilación para cerrar el contrato con el escultor se advertía una atmósfera dividida entre los ediles que propiciaban su negativa y los que estaban de acuerdo con su ejecución. Igualmente, rumores conocidos develaban el hecho de que Venezuela estaba interesada en colocar el monumento sin regateos estúpidos. Finalmente, la razón triunfó y hoy el pueblo se siente ufano de poseer la mejor efigie en bronce de nuestro Libertador de América.
A raíz del informe presentado por don Rafael Cuartas Gaviria a la Honorable Junta del Centenario, en 1961, en el cual se hallaba en desacuerdo con el maestro Arenas sobre el punto donde debería erigirse la estatua, el escultor escribió una carta desde México en la cual sus observaciones llevan el sello de la sensatez y de la lógica:
“… los argumentos que se arguyen para colocar la estatua en la Plaza Olaya Herrera no invalidan las premisas que imponen su colocación en la Plaza de Bolívar. La estatua instalada en la Plaza Olaya Herrera estará en un lugar secundario, que no atraerá a muchos visitantes, en cambio, colocada en la Plaza de Bolívar, será vista y admirada por todos aquellos que normalmente afluyen a la plaza a arreglar los asuntos municipales, judiciales, eclesiásticos o de negocios.
La Estatua-Memoria de Bolívar presidirá todos los actos públicos, de solidaridad o de protesta, de homenaje o de agravio, de confirmación o de repudio a la estructura legal del país. Se concluye además que Bolívar debe colocarse en el centro, en el corazón de la ciudad y en su parte más noble y entrañable. Respetuosamente me atrevo a insinuar a las Honorables Autoridades de Pereira que se estudie este problema teniendo en cuenta que es posible realizar un proyecto para la adaptación de la Plaza de Bolívar y la colocación en ella de la estatua, aún dentro de la traza actual, y sujeto a las posibilidades económicas inmediatas, para llevarlo a cabo en el poco tiempo que falta para la celebración del Centenario” (Fragmento de Carta de Rodrigo Arenas Betancourt, fechada en México D.F., en septiembre de 1961).
El trascendental hecho de la erección de la estatua creó un nuevo símbolo para la ciudad del Otún. Desde ese entonces, Pereira es distinguida como la ciudad del Bolívar Desnudo, del Bolívar diferente. Y ese momento histórico, desde ya figura como uno de los más vitales para el espíritu pereirano y desde luego, como un hito relevante para nuestro terruño.
Habiendo llegado la estatua ya a Pereira, meta definitiva del controvertido monumento, y ya casi extinguidos los últimos alaridos moralísticos de los refinados críticos y la resignación del hecho cumplido calmando a los académicos, el maestro Arenas respondió a una entrevista hecha por el periódico El Espectador, así: “Yo creo que la realización del Bolívar Desnudo no es la iniciación de algo importante en el país, pero sí es la expresión que ya está latente en todas las conciencias de la nación y que se manifiesta en muchos intelectuales, de que Colombia debe transformarse y transformar todos sus símbolos, todas sus estructuras, tanto en el aspecto material como en el moral”.
“Finalmente, traigo a la memoria el último párrafo del discurso pronunciado por don Gonzalo Vallejo Restrepo, al hacer entrega a la ciudadanía del famoso monumento: “Pereiranos: al haceros entrega de este precioso monumento, de esta maravillosa conjunción de altar y de símbolo, evoquemos con gratitud y con cariño a los fundadores de Pereira que nos legaron esta privilegiada parcela de la patria; honremos la memoria de quienes continuaron su tarea y nos entregaron una ciudad altiva y orgullosa y juremos nosotros en presencia del Padre de la Patria y por las cenizas de nuestros antepasados, no ser inferiores a nuestro destino histórico, amar entrañablemente a Pereira, defenderla con valor, servirla con decisión y ganar para ella la batalla del progreso”.
Síntesis
A continuación, un aparte de un artículo publicado por el periodista David Gris en el Magazine NOVEDADES, de México, en 1962.
“La plaza de Simón Bolívar en la cálida y pequeña ciudad de Pereira, Colombia, es una clásica plaza de provincia hispanoamericana, de estilo español antiguo, sembrada de geranios y otras flores tropicales. En las noches una tibia brisa esparce su aroma incitante. También tiene una frondosa arboleda de mangos. Durante años, los habitantes de Pereira, que son doscientos mil, habían soñado con un monumento a Simón Bolívar para el centro de esta Plaza, la mayor de la ciudad. Así estaría completa. Pero eso sí, tenía que ser un Bolívar diferente a los representados en otras obras escultóricas conocidas. ¿Quién podría interpretar este anhelo, que tampoco tenía una forma precisa?
“Un viaje a su país del escultor Rodrigo Arenas Betancourt, quien reside en México desde hace dieciocho años, resolvió el problema. Con el mayor fervor y con el más puro espíritu bolivariano, el Alcalde de Pereira, señor Lázaro Nicholls, pidió al escultor Arenas Betancourt hacerse cargo del monumento, con la deliberada recomendación de que fuera una Bolívar excepcional. El artista captó inmediatamente el espíritu de la solicitud. Esto ocurría en el año de 1955. Así comenzó todo”.